Tuesday, December 23, 2014



Carta a Carmelo.

Duerme, duerme…
Carmelo nació Tarahumara, mexicano; y huérfano de patria y de bandera.
No recuerdo a ciencia cierta si su madre o su hermana fue quien me lo entrego, para el caso eran la misma, y a calidad de quien o cual; no tiene importancia. Era un niño reprimido, masculinamente serio y de enorme inteligencia.
De escasos 8 años de edad, no entendía más que lo que hoy en sus 17 entiende. La vida suele ser ensordecedora suspicaz de la verdad, y miente ante las adversidades como para dotar de beneficios a quien lo necesita.
Duerme, duerme…
Si, duerme- y que el sueño tal vez te proteja de la verdad. Eres ya un hombre en tu cuerpo, pero te aferras a tu niñez que te abandono, te dejo; se olvido de ti. No quieres llegar a hombre, porque los hombres carecemos de entendimiento, y excedemos en calificativos para gente como tú. Me gustaría decirte que no despiertes mas, que el mundo que te espera es cruel, y que la vida exige de ti, mas aun que lo que puedes dar; solo para sobrevivir. Gozaría con decirte que estos bosques que quedan, solo son el vestigio de lo que fue de tus ancestros, y lo que hoy se tala, aun te pertenece a ti, aunque como pago recibas solo limosna de un miserable empleo. Fueron tus ancestros quien no se rindieron ante los conquistadores, fueron ellos que protegieron su dignidad ante todas las adversidades, y hoy, te conformas con fumar mariguana para mitigar el vacio que tu existencia ha generado. No me culpes a mí, yo quise hacer de ti un hombre bueno, solo quise darte una cama limpia, una comida decente, y una educación; solo el tiempo lograra decir si lo eres o no lo que quise que fueras. Eres parte de una raza de hombres que erguidos, lucho para ser quien son, inteligentes y soberbios lucharon por la verdad…su verdad. Eres raza de hombres de la montaña, pero lucha por no escuchar el “canto de la sirena”, la tentación de la vida moderna; el alcohol y las drogas. Corre, corre, lucha y pelea por ser quien debes de ser.
Y cuando falte la verdad, el amor, y el cariño de un padre; busca en el horizonte, busca una fogata que te estará esperando hijo mío. No creas que tu rebelión ha obscurecido mi corazón; ¡no! Busca una lumbrera que dejare prendida para que encuentres tu camino de regreso. Regresa a tu hogar que todos extrañamos tu presencia.  
Regresa a nosotros y enciende la hoguera, que tanta falta hace tu presencia en nuestras vidas.
Busca el pino más alto, y busca sus luces que anticipadamente he previsto para ti, para que iluminen tu regreso y llegada, para que no me asusten con tu presencia, y para que mi alma se regocije en tu presencia. Ya con tu apoyo, continuara nuestra labor con las abejas, iniciaremos los preparativos para la polinización de la manzana y aprevendremos para la cosecha.

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